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EN
Diario de un voyeur
Sylvia Georgina Estrada
22-Marzo-2009
Ignacio Valdez muestra la continuación de su trabajo fotográfico en la exposición ‘Reflejos’.
De nueva cuenta, Ignacio Valdez expone una serie fotográfica que se basa en la mirada furtiva del voyeur. Y aunque las protagonistas siguen siendo las mujeres, ahora son los espejos los catalizadores del diario visual que presenta el fotógrafo, desde el pasado viernes, en el Centro Cultural Ágoras.
“Reflejos” es el título de la serie compuesta por 14 piezas en mediano y gran formato, todas impresas en glicée sobre papel Hahnemühle. Pero esta muestra fotográfica es sólo un pequeño atisbo al proyecto de Valdez, que ha trabajado durante tres años para crear este imaginario vouyerista con el fin de publicarlo en un libro.
El saltillense continúa con esa línea que mostró desde el año pasado, cuando expuso la primera parte de esta obra en el Centro Cultural Teatro García Carrillo. Ante el espectador aparecen imágenes que no fueron intervenidas digitalmente y que transmiten la sobriedad, pero también las posibilidades creativas, de la fotografía en blanco y negro.
En las instantáneas se privilegian los matices y las sombras que acentúan las emociones de las mujeres que, de acuerdo al artista, son “personas comunes y corrientes” enclavadas en un escenario elegido de antemano.
Gracias a estas modelos improvisadas las imágenes ofrecen una idea de casualidad, de azar privilegiado y convierten al espectador en este ojo curioso ávido de belleza, que busca satisfacer fantasías protagonizadas por mujeres hermosas y vitales.
“Aunque mis primeros trabajos eran de fotografía intervenida, ahora he seguido por esta línea que se ha dado de manera natural. Antes para mí la foto era una suerte de herramienta para realizar mi trabajo, ahora que ya tengo mucho tiempo tomando fotos sin intervenir he explorado otro aspecto de mi obra”, señaló el artista, quien afirma que este giro de tuerca en su creación lo ha ayudado ver su trabajo desde otra perspectiva.
Aunque todavía no tiene amarrada la editorial que publicará su libro, que tentativamente estará compuesto por 100 ó 120 fotos, Valdez espera que a finales de este año salga a la luz la publicación, en la que también incluirá textos de amigos escritores.
“Ahorita estoy en el proceso de selección, porque en cada sesión tomo hasta 600 fotos y ya tengo seleccionadas unas 300, pero todavía voy a tomar unas cuantas fotos más”, precisó.
Si en su anterior exposición las camas y los pies era los elementos fetiches de este voyeur imaginario, ahora son los espejos y reflejos los encargados de confrontar al espectador con estas ninfas y náyades urbanas de rostros desdibujados, habitantes de un paisaje borroso, que se intuye lejano.
Fiel a sus principios estéticos, Valdez continúa jugando el papel de Pigmalión moderno, quien persigue el ideal de la mujer perfecta a través de fragmentos visuales. Pómulos, manos, espaldas, la curva sinuosa del busto o la piel que resplandece a pesar de la luz mortecina, todo se une en un concepto redondo al que todavía le resta un largo camino por andar.
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